Friday, December 19, 2014

El éxito no llega por casualidad. A las pruebas me remito.

Un amigo muy querido siempre me decía que en la vida no importa cuanto se luche, hay que nacer con suerte para poder llegar lejos. Estoy segurísima que con el paso del tiempo, se ha dado cuenta que el éxito se trabaja, se logra muchas veces a punta de sacrificios, paciencia y mucha preparación. 

Pudiera decir que soy una mujer con suerte pero la verdad es que he alcanzado mis objetivos trabajando duro desde que tengo 16 años, súmale un poquito más del doble, y completamos mis años de vida a la fecha. Siempre quise estudiar en los Estados Unidos, mi sueño, a los 15, era ser seleccionada en un programa de intercambio para aprender inglés, conocer la cultura y vivir la experiencia. Nunca lo logré. No me pude venir de intercambio pero sí decidí que trabajaría para lograrlo. 

Nací orgullosamente en Venezuela, me crié como toda una caraqueña, citadina cien por ciento. Competitiva, sí, no lo puedo negar pero también muy justa. Algo que creo me faltó aprender mientras viví en mi país fue ser más humilde, servir a mi comunidad y ayudar a los más necesitados. Ahora valoro enormemente la capacidad de dar sin esperar nada a cambio, lo importante que es la diversidad y sentirse incluído, así como reconocer tus talentos y valores, no por como luces por fuera si no por lo que llevas por dentro.

Siempre quise ser narradora de noticias. Una de las cosas que aprendí, cuando quise ir a la universidad fue que mientras vas a la escuela hay que ser disciplinado, estudiar mucho e ir un poco mas allá para sobresalir. Fui una estudiante promedio. Mis notas no me ayudaron para entrar la la universidad la primera vez que lo intenté. Tuve que estudiar Mercadotecnia y Estudios Internacionales antes de lograr mi primer objetivo en la vida, graduarme como Comunicadora Social. Sí, al final, me aceptaron en la facultad de Comunicaciones -esta vez no fui una estudiante promedio-, me esforcé y me gradué en 1.999, con muy buenas notas. 

Trabajé mientras estudiaba. Al principio estudiaba en las mañanas y trabajaba por las tardes. Algunos fines de semana y feriados. Mi madre me buscaba al trabajo hasta que me compré mi primer carro. Fue a los 22, cambié mi turno de trabajo e iba a clases por las noches. Trabajaba en Telecomunicaciones, empecé atendiendo teléfonos y terminé en mi área de estudios: comunicaciones, investigación de mercado y relaciones institucionales. No recuerdo cuando pero cambié mi enfoque de ser periodista para dedicarme a trabajar en el mundo de las comunicaciones corporativas. Suele ocurrir, es parte de tu desarrollo profesional. Es parte de la vida, buscas las oportunidades y te ajustas al momento para seguir superándote. La suerte no es tu protagonista, si no el tamaño de tu empeño y los líderes con quienes te rodeas. 

Cuando me vine a los Estados Unidos tena 26 años, me iba muy bien en Venezuela. Mi mamá me dijo que no me viniera, pero si algo me ha caracterizado toda la vida es lograr mis sueños y tomar riesgos. ¡Y vaya que los tomé! Estudie inglés en Washington DC, trabajé en la embajada de mi país en la capital americana y en Londres. Por una u otra razón, volví a los Estados Unidos, esta vez a Houston, Texas. Me tocó trabajar haciendo de todo, como muchos de mis amigos, esos que han triunfado. Tuve que cambiar mi carrera y me hice maestra bilingüe. Lo más hermoso que me ha pasado en el mundo laboral. Lideré muchos educadores, implementé programas educativos para servir a niños que no reciben el debido apoyo, me entregué a cada padre, a cada cultura, a cada sueño. Encontré mi otra pasión en la vida, la educación y servir a la comunidad. 

Trabajé con gente bella, diversa, y llena de intensidad. Después de 10 años, decidir soñar en grande, volver al mundo corporativo pero unir mi experiencia en Comunicaciones con Educación y me sumergí en el mundo minorista, trabajando para un comercio nacional con oficinas corporativa en Minneapolis. Le cambié el mundo a mis hijos y mi esposo. No fue fácil. No ha sido fácil y continúo buscando mi crecimiento, ha sido lento pero muy productivo. No importa dónde ni en qué inviertes tu tiempo para desarrollarte, no es tiempo perdido, los frutos de tu esfuerzo siempre tendrán un buen resultado.

Hace unos cuatro meses, me hice Ciudadana Americana. Un honor muy grande. He sacrificado mucho, incluyendo algunas ilusiones de mi familia con la esperanza de dar ese gran paso para solidificar mi estabilidad profesional, garantizarle la educación a mis hijos y ser feliz. He sido valiente. A veces, me ha dado resultados, ha veces me han pisado, al final estoy donde estoy por mérito propio, de eso sí estoy segura. Aunque con el tiempo he tenido que dedicarme a otras cosas, nunca he dejado de ser positiva y seguir luchando. 

He ayudado a otros, he servido de apoyo y hasta de modelo a seguir. Tengo un nuevo sueño entre cejas, uno hermoso, por el que lucharé con todas mis fuerzas. No pienso mudarme, he aprendido a que la estabilidad de mi familia también influye en el éxito y la armonía laboral. Mi vida apenas empieza. Hay que recordar lo vivido y olvidar lo que ha dolido. Seguir para adelante, siempre dar más de lo que esperan de ti, arriesgar un poco y nunca rendirse. 

El éxito no llega por casualidad, no es cuestión de suerte, hay que enfocarse, medir muy bien tus metas, trabajar por ellas, ser positivo, y entusiasta;  el resto, llega por añadidura.